Llamamos “período de confusión” a momentos en los que aparentemente los resultados de encuestas generadas por empresas confiables no coinciden, esto no es lo mismo que la “guerra de encuestas” donde se usan datos de empresas no confiables para contrarrestar informaciones no favorables.
En todas las democracias modernas se presenta la discusión sobre las encuestas en épocas electorales, durante años se ha argumentado a favor o en contra sobre su pertinencia, su metodología, su influencia, la necesidad de regularlas y muchas otras cosas que han contribuido, y mucho, a desarrollar un mercado de especialistas cuyo tamaño depende de la demanda en cada país.
Los actores políticos llámense funcionarios, partidos o candidatos, las usan en menor o mayor medida y las consideran, cuando saben hacerlo, como termómetros de la opinión pero no siempre las aceptan, sobre todo si no les son favorables; con el tiempo, algunas firmas y algunos encuestadores construyen un prestigio que basan no en un solo resultado exitoso sino en un largo período de investigaciones serias donde muestran su capacidad para pulsar la opinión con investigaciones estadísticas, estos investigadores van entrando poco a poco en una categoría de “confiables” ante los medios de comunicación y los políticos.
Llamaré en este documento “período de confusión” a momentos en los que aparentemente los resultados de encuestas generadas por empresas confiables no coinciden, esto no es lo mismo que la “guerra de encuestas” donde se usan datos de empresas no confiables para contrarrestar informaciones no favorables.